Entonces ocurre, lo sabes. Las cosas han cambiado. Ahora lo notas, lo sientes dentro. No es como antes, no sientes ese cosquilleo, no sientes la necesidad de hablar con él a todas horas. La vida da tantos giros que te cuesta mantenerte en pie, pero lo intentas. Todo va volviendo a la normalidad poco a poco. Las ganas de diversión aunque él no esté presente, la sensación de libertad, el sentirse diferente, especial. La presión desaparece. Las cadenas se han roto. Y en ese momento brillas entre la multitud, tu mente cambia, eres tan diferente que a la vez sigues siendo la misma.
De nuevo, eres feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario