domingo, 31 de marzo de 2013

Los segundos son eternidades.

Intento con todas las fuerzas dejarte atrás, dejarte en un pasado tan lejano que me cueste recordar tu voz, tus ojos, tu olor. Me levanto borrando tu imagen recién expuesta en mis dulces sueños e imaginando un pasado en el que tú no estás. Sin embargo, ese segundo de gratificantes recuerdos, ese mínimo período de tiempo en el que mis labios creen volver a sentirse aliviados junto a los tuyos, ese instante en el que imagino tus ojos de nuevo torturándome, se convierte rápidamente en una oleada de sentimientos y de recorridos escalofriantes por mi cuerpo. No consigo soportar tu recuerdo y, mucho menos, el inesperado y repentino cambio de ideas, el cambio de ser entre nosotros, el alejamiento mutuo e indeseado, al menos yo no lo deseaba... Entonces llega el peor tormento conocido por el hombre hasta hoy, el ¿y si...? Nos pasamos la mayor parte de nuestro glorioso tiempo preguntándonos que pasaría si diéramos ese paso que tanto anhelamos, sin darnos cuenta de que el mayor dolor que podernos causarnos a nosotros mismos es con nuestra imaginación y no con los propios hechos reales. Esa pequeña historia, esa que todos poseen en sus más profundos rincones. Creamos una fantasía que querríamos vivir, soñamos con una situación en concreta y día a día vamos dándole vueltas una y otra vez, repasando que es lo que le diríamos a esa persona especial en esta dicha situación, exactamente qué palabras emplearíamos, reforzándolas hasta más no poder. Pero ese momento de soltar todo lo que llevas dentro, de poder desahogarte de una vez por todas profundamente con la persona que amas nunca llega y nos pasamos la vida esperando a obtener la oportunidad de nuestros sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario