miércoles, 13 de febrero de 2013

Una vez más, nuestro querido enemigo: el orgullo.

Lo peor de todo es que ninguno de los dos consigue entender el mutuo daño que se producen con esta mentira. Echan la vista atrás y no hay recuerdo donde no aparezcan juntos, sin embargo, siguen creyendo en un nuevo mundo con caminos alejados, caminos totalmente diferentes. Nadie sabe la maravillosa y aterradora sensación que sienten cuando sus ojos se cruzan al azar en el tiempo. Lo que pasó entre ellos, solo el viento fue testigo.
Él le arrebató la mejor de sus sonrisas; ella solo quería verse reflejada en sus pupilas. Tristemente, nada podía hacerles cambiar de ideas, la decisión estaba tomada y continuaban pensando que el olvido inmediato sería lo mejor para los dos.
Se precipitaron, estaban equivocados. Lo único que les hacía fuertes era estar juntos, mas la fuerza con la que el dolor presionaba sus pechos cada vez que discutían - que no eran pocas - superaba sus pensamientos.
Hoy en día, aún no han sido capaces de dar uno de los dos el primer paso, debido al poderoso orgullo que les consume, a pesar de despertar cada mañana soñando el uno con el otro, de contemplarse incompletos ante el espejo. A pesar de ser perfectos el uno para el otro y, peor aún, a pesar de que los dos son conscientes de ello.

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